Prefacio y Capitulo 1 y 2
Prefacio.
Te
describiré a Jasper Bond en tres palabras.
Idiota…
—
¿Quién te crees para besarme?—pregunte furiosa.
—Nena,
ambos sabemos que me amas, no te resistas— planto sus labios salvajemente en
los míos. Otra vez.
Engreído…
—
¡Sr. Bond esta academia se destaca por su disciplina y moralidad! —el director
gritaba enfurecido.
—Perdón
Henry, pero moralidad no era lo que gritaba ayer la secretaria.
—
¡Bond!
—No
le escucho, los millones que mi padre aporta afectan mi audición.
Misterioso…
Camine
por el pasillo hacia los dormitorios sin detenerme a pensar en nada en
especial, cuando paro abruptamente y lo veo de un lado al otro gritándole al
teléfono.
—
¡Esa no es la mierda que te pedí! ¡Te dije veinte veces! ¡VEINTE VECES!
¡Maldita sea! ¡Si algo sucede será tu culpa Ian! ¡Sera tu respon…—fija su vista
en mí y cuelga el teléfono. Se da vuelta y desaparece.
Él
es sin duda el más complejo acertijo que he tenido que resolver, pero ni su
sonrisa ni sus ojos me harán olvidar mi cometido. Saber quién diablos es.
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Capítulo n°1: La prisión incluye ángeles.
Este era mi fin.
Mi vida se acababa para siempre, o
comenzaba de nuevo.
Depende del
punto de vista.
Mi padre se volvía a casar. ¡Por Dios! Era la esposa número
tres. Y la que fácilmente podría ser mi hermana. Veintiséis años. Y mi padre
cuarenta y siete. Pero aun así es mi favorita. Milán era la primera esposa de
papá, ninguna mi madre, que no estaba con él por su dinero, al contrario de la
numero uno y dos, ella era más adinera que mi padre. Y era la que más
claramente le ama. Lo sé la diferencia de veintiún años, podría decir lo
contrario, pero después de convivir con ellos como pareja, dos años y tanto, el
amor sobresalía por cada rincón de la casa. Eran como conejos, no los
domésticos y educados, sino salvajes y desprevenidos. Eso causo daños
psicológicos en mi mente.
Mi padre, Andrew, un hombre soltero, con una bebé, supo salir adelante solo.
Saco a flote lo único bueno que dejo el borracho abuelo Dan, que espero que
siga tomando, incluso muerto como él decía.
Mi madre nunca estuvo en el cuadro, si no fuera fisiológicamente imposible,
diría que mi padre me dio a luz. Como lo creí hasta los nueve años, hasta que
una demoniaca profesora me quito la venda de los ojos. ¡Ugh
desagradable!
Bueno el punto es...
La segunda esposa de mi padre, Sasha, solo estuvieron casados por siete meses
sin consumir realmente nada, unió fuerzas con la esposa uno, Carmín, con la
cual fue solo un año de matrimonio, he intentaron secuestrarme. Para consolar y
poder obtener el dinero de un padre entristecido. No contaban con una castaña
cinta negra en karate, que no es karate, en realidad no sé cómo se llama. Milán
las detuvo con ayuda de Doffi el pastor alemán de la familia, pero en los
últimos meses han llegado amenazas y cosas por el estilo. Y como resultado
esto…
— ¡No, por favor, papá! —lloriquee a moco tendido. Este era el fin, mi fin.
— ¡Ryden, cálmate!
— ¡Pero papá este es mi apocalipsis!
— ¡Hija, con mil demonios, lo hacemos por tu bien!
— ¡Por mi bien! ¡Por mi bien! Haha… Me envían a una prisión a otro planeta y es
¡POR MI BIEN!
—Ryden es una academia, una bendita academia.
—Pero estoy bien aquí, en casa— dije suplicante.
—Amamos que estés en casa, ahora más con el bebé en camino, pero tu seguridad
es lo más importante.
— ¡Pero papá…
—Ryden sé que te es difícil—me interrumpió Milán, que hasta el momento permanecía
en silencio— Para tu padre también lo es, han estado juntos dieciséis años,
eres su mayor tesoro y te ama más que cualquier cosa, yo igual te amo, eres
como una hija-hermana para mí, anhelamos tu bien estar. —Tomo la mano de mi
padre y la mía con la otra— Sé que te fue difícil aceptar que tu padre y yo nos
enamoráramos— En realidad cuando la conocí, lo supe, era la mujer hecha para mi
papá— la diferencia de edad y todo eso, tu padre lo negó un tiempo, yo también—
Las lágrimas se asomaban por sus ojos. Las hormonas del embarazo, sin
duda— Pero estamos aquí como una familia, te mandaremos al internado solo
por el tiempo que dure la investigación, nada más. Volverás antes de que nazca
tu hermanito y me ayudaras con la decoración de la habitación y todo lo demás.
—Me miro con esos ojos almendrados y listo, la tensión y todo lo demás quedo en
el olvido— ¿De acuerdo?
—De acuerdo…mamá. —le sonreí. Y ella rompió en llanto.
Se paró y me abrazo. Y supe que todo iba a estar bien.
— ¡Nada está bien! —grite a la mañana siguiente.
Llámenme bipolar. Por qué lo soy.
— ¡Ry, quieres calmarte!
— ¡Quieres que me calme! ¡QUE ME CALME! ¡Cómo quieres que me calme si me dices
que no vas a ir!
—Ry tengo solo catorce años y el mínimo de la academia es quince— me respondió
mi mejor amiga en todo el mundo, Layle.
Layle Ferguson y yo somos amigas desde que ella nació. Dos años después que yo.
Lay es hija del único amigo real y leal de papá, Rick Ferguson. Este también
poseía una empresa que estaba en banca rota y que, con la ayuda de mi padre se
salvó. La historia de Rick es la siguiente, era un hombre solitario y solidario
que conoció a Elí, una dama de compañía de hombres ricos con cuatro meses de
embarazo. Ella al quedar encinta tuvo que huir para que no le obligaran a
abortar. Rick, con una empresa volviendo al vuelo, la acogió y cuido de ella.
Elí se transformó en un pilar de la vida de Rick. Al nacer Layle, Elí quedo con
riesgo vital, entonces antes de morir le entrego la bebé a Rick y le pidió que
la cuidara y amara como su hija, y él le dijo, “ella siempre fue mi hija,
porque es tuya, la única mujer que he amado”. Y la beso, pocas días después Elí
murió. Rick siempre ha sido abiertamente homosexual, yo le decía Fredy Mercury,
pero una vez le escuche admitir a mi papá que Elí siempre será el amor de su
vida, era la primera mujer y la única que él pudo amar en todos los sentidos. Y
Layle ha sido su mayor regalo. Hace unos pocos años conoció a Leo, y sé caso
con él, es un buen hombre. Con Layle le llamamos los Pa.
— ¡Maldito sea Chris Brown! ¡No puedo creer que no iras conmigo!
— ¡Hey, tranquila mujer, puedes estar enojada pero no insultes a mi negrito
sabrosón!— me golpeo el hombro juguetonamente— Además para mi cumpleaños falta
poco más de dos meses, y los pa me han permitido a penas cumplir los quince ir
a la academia.
— ¡Lo sé, pero que haré dos meses, escúchame bien DOS MESES, sola! —Estoy
dramatizando, lo sé, pero mis dotes de actuación tienen que salir de vez en
cuando.
— ¡Ay niña! Tranquila dos meses sin mí no te van a matar
— ¡Claro que sí! ¡Mi muerte será tu responsabilidad! — se rio ante mi drama—
¡Quedara en tu conciencia Layle Elí Ferguson!
—Tu fantasma se encargara de que así sea—rodo los ojos. —A veces pienso que yo
soy la que tiene dieciséis y tu catorce.
—Es que tú naciste con treinta años mentales, eres una anticuada.
—Queras decir madura.
—Como un tomate.
—O como tu dura cabeza—me sonrió.
—Lo sé mi cabeza es impresionante. —suspire derrotada.
—Ryden sabes que te amo, eres la mejor amiga que puedo tener, le rompiste a la
nariz a tres niños por mí y te rapaste por mí, has estado hay para mí siempre y
haré lo posible para devolverte el favor.
—Aún recuerdo cuanto lloraron esos tres niñitos de mami— Brandon, Fred y Lott.
Cada uno molesto a Lay de forma distinta y le hizo daño cosa que no soporte, el
primero, Brando, la empujo en la escuela haciéndola torcerse un tobillo, su
nariz no se curó por una semana. Fred le rompió los lentes y cortó una de sus
colitas, su nariz no se curó por tres semanas. Y el último, Lott, se burló de
ella por los pa, su nariz se recuperó luego de algunas sesiones con el doctor—
Se lo merecían, nadie te molesta más que yo.
—¿Debo agradecer eso?
—Por supuesto que no. Gracias a ti fui nombrada la démele-nariz de mi grado,
era el terror de las operadas. —reímos juntas.
— ¡Niñas a comer!— gritaron los pa.
—Vamos pa. —respondió Lay.
La observe dirigirse al comedor y la mejora era evidente. A los diez años se le
descubrió cáncer a la sangre, era leve, a lo cual con pastillas y dieta se
podía mejorar. Pero no mejoro. A los doce años le empezaron las quimioterapias,
su hermoso cabello caramelo se fue cayendo y sus ojos miel estaban perdiendo el
brillo de la lucha. La veía sufrir por la pérdida de su cabello y decidí
raparme, me decían la Vin Diesel. Cuando me vio sin cabello su brillo de lucha
volvió, aunque siempre me decía que no debía hacerlo, sé que eso la animo a
luchar y a mí a ser mejor. Ya dos años esto.
Cenamos carne con patatas al horno y ensaladas. Milán, además de ser buena
abogada, es una fantástica cocinera, sabe desde comida italiana hasta árabe, yo
he podido aprender algunas cosas. Como lavar la losa.
— ¿Contenta por la academia? —pregunto Leo.
—Pas hoy les digo que esa academia es mi prisión.
Lo dramático es lo mío. Y de Leo.
—Oh mi querida, sé que es difícil alejarte de todo lo que amas, es más te
entiendo. Pero es por tu bien. —Leo posee una voz tan varonil y unos ojos mata
bragas esmeraldas, que dan ganas de golpearlo por ser gay.
No me mal entiendan, apoyo a los gay, pero tal como con Matt Bomer, lloro
cuando algún hombre lindo lo es.
—Lo sé, lo sé, espero que haya chicos lindos.
— ¡Uy chicos lindos! ¡Dos meses pasen ya!
Un silencio se instaló en la mesa cuando Lay pronuncio aquello. Al parecer ni
los pa, ni mi padre, ni Milán pensaron en los chicos guapos. ¡Encontramos
el talón de Aquiles de la Academia Iris!
—Ryden Rosalie McFly tienes prohibido tener contacto con cualquier chico, no
novios, ¿entendido? —dijo mi papá serio.
Cuando le hablan de chicos le tocan la fibra sensible al viejo. Rodé los ojos.
—Papá muy bien sabes que no tendré novio a excepción que sea Patch Cipriano,
Mr. Darcy, Batman o Josh Hutcherson, los mero mortales no son de mi agrado.
—Esperemos que siga así, hasta por lo menos los cuarenta años, o mejor espera a
que este muerto para que no mate a quien quiera robarme a mi niña. —me miro con
ternura.
Todos en la sala dijeron un Aww y yo un Ugh. Claro como ellos no son los que
tienen que morir solos. Tendré que conseguir unos cuantos gatos para que me
acompañen en mi solitaria vida.
La conversación cambio hacia el embarazo de Milán. Con Layle terminamos y
fuimos a mi habitación. Me quedaban solo tres días antes de partir a mi muerte
y con Layle aprovechamos los pocos días.
— ¡Ry, mira esto!— dijo Lay desde mi computadora. —Resulta que la Academia Iris
posee página web, y buscando encontré una galería de fotos y mira.
Me mostro el monitor y este mostraba la foto de unos jóvenes de la academia.
Era el equipo masculino de soccer. ¡Qué equipo!
—Resulta que la prisión incluye ángeles—dije soñadora.
Pero se me olvido mencionar que los demonios también lo son.
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Capítulo n°2: Los besos, ¡Ay, mamá!
Horas. Ya no eran ni semanas ni días, solo horas las que me separaban de mi
muerte inminente.
O de lo que me salvaba de ser secuestrada por las ex de mi padre.
Depende de cómo se juzgue.
Mi padre y Milán se casaron hace aproximadamente cuatro meses. Fue una boda
sencilla, en una isla privada, cerca de las de Brad Pitt y Angelina Jolie. Nada
muy ostentoso. Llevan casi dos años de relación, y cerca de cinco meses
viviendo juntos, pero se conocen desde que yo tenía diez años. Se conocieron
gracias al primer divorcio de mi padre. Milán era la nueva integrante de su
firma de abogados, y era la única que cuidaba de mí, cuando estaba en la
oficina de mi padre. Su pelo castaño y rizado era imposible de dominar, me
encantaba pensar cuantas personas habrán quedado atrapadas en esa maraña de
pelo.
Pensamientos normales. Para alguien que se cayó de un segundo piso y salió con
nada más que un rasguño.
Mi padre siempre ha sido un hombre apuesto. Su cabello castaño, su piel
bronceada y sus ojos verdes siempre han sido una combinación letal. Por suerte
para él, me tenía a mí como su escudo. Me encargue de ahuyentar a todas las
caza fortunas que lo perseguían. Pero Sasha y Carmín fueron las más astutas,
igualmente sufrieron de mis bromas y las de Lay.
—Ryden, ¿hiciste las maletas?
—No, papá—dije acostada en el suelo de mi habitación— cuando uno muere no se
lleva nada a la tumba.
—Ryden vas a una academia, no vas a morir— suspiro y se sentó en mi cama,
dejando sus pies cerca de mi cara. ¡Ugh apestan, alguien necesita
desodorante de pies, aroma limón, de presencia!
— ¿Corriste un maratón? ¡Tus pies apestan!
—Ryden, ¡Por Dios santo! No cambies el tema.
—Bien. —refunfuñe.
—Gracias.
— ¿Y…?
—Ah, cierto, se me olvidaba. Tu vuelo sale mañana, a las seis de la mañana.
— ¡¿QUÉ?!
—Tu vuelo sale a las seis de la mañana. —repitió con burla en su mirada. ¡Viejo
descarado!
— ¿Cómo qué sale a las seis de la mañana? ¿Quién en su sano juicio se levanta
siquiera antes de las nueve?
—Las personas trabajadoras.
— ¡Patrañas!
—Ry, la academia no queda en el país, ni siquiera en este continente y vas a
estar llegando cerca de las diez de la noche. —me explico con paciencia.
— ¡En otro continente!—grite levantándome del suelo— ¡Grandioso! ¡Simplemente
grandioso! No te basta con echarme de casa, ahora también me tendré que ir a
China. Tendré que aprender chinensis, comeré arroz y me casare con un chino que
confundiré con el vecino, tendré hijos chinos, mis perros hablaran chinensis.
¡Mi vida será un desastre! —dramatice. Otra vez. Comienzo a creer que tengo
crisis emocionales.
Me lance otra vez al suelo, haciéndome un ovillo y empecé a mecerme de un lado
a otro. Para tener dieciséis eres muy exagerada, dijo una voz
en mi cerebro. ¡Muérete!, le espete de regreso. Si, muy
maduro.
— ¡Ryden!—grito Milán desde la puerta de mi habitación.
— ¿Acaso es el día de invadir el cuarto de Ryn-Ryn?— pregunte desde mi
posición.
—Está en otro ataque de drama— informo mi padre, que muy cómodo se recostó en
mi cama.
— ¡Por los cielos, Ryden!— me dijo Milán—No seas tan dramática, solo iras a una
academia. No es el fin. Además, a la investigación no le queda mucho y tienes
que considerar tu seguridad.
— ¡Prefiero morir!—chille.
—No, no lo haces. Prefieres seguir viva para poder enamorarte de algún otro
personaje de algún libro. —Y tratar de sacarlos del papel.
Suspire y me senté. Milán tenía razón. De nuevo. ¿Acaso nunca se
equivoca?Este no era el fin, solo era el comienzo de algo. Academia
Iris voy por ti.
—Okay, tienen razón solo exagero. Nunca soy tan melodramática. Juro que no lo
repetiré —levante mi mano en señal de palabra de honor.
Andrew y Milán se miraron y rompieron a reír. Un rayo de enfurecimiento apago
la calma que solo pocos segundos antes había obtenido.
— ¿Qué es gracioso?—pregunte molesta.
—Ryn-Ryn, recuerdas cuando rompiste ese florero egipcio y lloraste para que no
nos enojáramos, incluso te autocastigaste. Por una semana no saliste de tu
habitación, a pesar de que te dijimos que no era nada de qué preocuparse.
—No llore, solo rezongue. Además paso hace mucho, era muy pequeña como para no
sentirme mal por romper ese hermoso florero.
Era muy hermoso con jeroglíficos y símbolos cuyo significado nunca podré saber.
—Ryden fue hace solo tres meses. Era uno de los regalos de la boda.
¿Tres meses? Estaba segura que lo había roto hace más de siete años.
—Y tienes que recordar—continuo mi padre— que era un regalo de la tía Liana, y
ella no regala nada que valga más de veinte dólares. De seguro era falso.
— ¡Pero era una falsificación muy bonita!
—Para ciegos. Ryden si no lo rompías tú, lo iba a hacer yo de todas
formas—declaro Milán.
El resto del día fue caótico. Luche con las maletas que llevaría a la prisión.
Milán y mi papá me ayudaron a empacar alguna de mis cosas, hasta que este se
aburrió y empezó a distraer a Milán con besos en el cuello. Los eche de patadas
de mi cuarto, no necesita ver sus muestras públicas de afecto. Seleccione y
ordene todo lo que llevaría. Mi padre me había informado que Lay y los pa
llegarían cerca de las ocho a cenar.
Mire en reloj con forma de libro de mi pared y decidí salir a pasear un
momento. Los ruidos procedentes del cuarto de mi padre no influyeron en mi
decisión. Solo produjeron que tomara mi bolso y saliera lo más rápido que mis
descoordinados pies me permitieron.
El barrio donde se ubica mi casa es lo bastante elegante como para que vivan
solamente gente petulante, ambiciosa y aburrida, y Paul.
Paul Moss tiene veinte años, ojos ámbar y cabello negro. Hasta ahí todo normal.
Vive con su abuela de ochenta y seis, Doris, quién es su único pariente vivo. Y
está loca. Loca de remate. Pero aun así es una de las mejores personas que
conozco.
En mi vida solo tengo tres amigos, Layle, Paul y Doris.
Camine hasta detenerme en la casa de los Moss, recientemente pintada de un
hermoso lapislázuli, extravagante, pero hermoso.
— ¡Ryn-Ryn me alegra verte! —dice Doris y me abraza.
—A mí también Do. ¿Qué tal has estado?
—Todo bien. Los treinta me llegaron en gloria.
— ¡Hace cincuenta años! —grita Paul. Y corre a abrazarme.
—Querrás decir cinco días—le responde Doris, adentrándose a la casa— Estos
niños de hoy no saben diferenciar días de años, ¡¿Qué será de este mundo?! —Le
escuche decir antes de que desapareciera por el pasillo.
Paul me abrazo y giro conmigo en sus brazos. Era como la escena de una
película. Hasta que tropezamos con Zanahoria, el bulldog de los Moss.
—Esto no pasa en las películas.
—Ry esta es la vida real, y sin caídas no sabríamos que es salir adelante.
Aquí sale su lado poético, con el que escribe canciones, poemas y odas.
—Paulikson eres un gran pensador— le dije cuando me ayudaba a ponerme de pie.
—Y un gran amigo.
—Eres un gran hombre.
—Gracias, no sabes cómo crece mi ego con esas palabras—me dedico una de sus
hermosas sonrisa con hoyuelos. La sonrisa Ryden. Como dice Doris.
—Tu ego ya es lo bastante grande, mis palabras no podrán aumentarlo más.
— ¿Eso crees?
—Sí.
—Bueno te equivocas—me tomo la mano— mi ego es del porte de los implantes de la
Sra. Russel.
Reí estrepitosamente. La Sra. Russel o Srta. Hilda, como le gusta que le digan,
es la viuda de un magnate. El Sr. Russel se casó con ella cuando Hilda tenía
dieciocho años y él setenta y siete. Era amor verdadero. Amor verdadero al
dinero. Todos conocían el largo historial de amantes de Hilda, y al morir su
esposo quedo con una generosa fortuna, que ha ocupado para operarse, más de lo
clínicamente recomendado.
—Pensar que ella era hermosa, no sé porque se obsesiono con el bisturí.
—reflexione.
—Bueno, la droga de cada uno es distinta. El ser bella la cegó, y le prohibió
ver más allá del espejo.
—Estas creativo hoy, Paul—le sonreí.
—Siempre que estoy triste, mis pensamientos salen a la deriva.
— ¿Y a quien lastimo para que seas feliz?— le pregunte juguetona.
—A tu padre—suspiro— ¿Cómo es posible que te aleje de Lay, Doris, los pa y de
mí?
—Aunque me guste culpar a mi padre, él no tiene la culpa, esto es obra de las
ex. Sasha y Carmín le tienen los nervios de punta. Y ellas creían que Andrew no
se daría cuenta de quién está detrás de todo esto.
—Es cierto.
Nos encaminamos a su cuarto. Y pasamos por la puerta de su estudio. Este tenía
diversas partes, la de pintura, la de instrumentos musicales, escritura y un
estante repleto de suculentos libros. Los cuales rapto de vez en cuando.
El cuarto de Paul desparramaba su estilo por cada rincón. Sus murallas estaban
repletas de fotografías, posters y sus pinturas. Tiene fotos de todos los
momentos que hemos vivido juntos, cumpleaños, fiestas, pijamadas, caminatas y
demás. Al igual que Layle, Paul ha sido parte de mi vida desde siempre, no hay
momento alguno en que él falte.
Bueno tal vez, esas veces que vamos a comprar ropa interior.
Eso sería incómodo.
— ¿Te acuerdas de como conseguiste el apodo Ryn-Ryn? —dijo Paul sacándome de
mis pensamientos.
—Ehh… No realmente, solo que ese es el apodo que menos me gusta—fruncí el
ceño. ¿A dónde quiere llegar con esto?
—Te refrescare la memoria, cuando cumpliste ocho años, tu padre organizo un
hermoso cumpleaños estilo princesa, cosa que odiaste.
—Ah... recuerdo que yo quería un cumpleaños medieval, con guerra de lodo y
ponis, pero no princesitas.
—Exacto—concordó y sus ojos brillaron ante los recuerdos— las aborreces porque
las princesas representan algo irreal. Bueno…—suspiró, en su manera de aclarar
los recuerdos—te molestaste con tu padre por incluir el rosa y las princesas,
pero al ver que los demás niños eran felices no arruinaste nada. —Más que
a los niños, era lo feliz que estaba mi padre. — Pero después de un rato te
aburriste y fuiste a mi lado. Y nos fuimos a molestar a los vecinos, tocamos
sus timbres, hasta que llegamos a la casa del viejo Morrison, que no tenía un
timbre, y gritaste: “Rin-rin, rin-rin” —me miro sonriendo— Y empecé a decirte
Ryn-Ryn porque cada vez que veías una casa sin timbre lo gritabas.
—Era una niña bien torpe—desvié mi miraba avergonzada.
—No, no lo eras—me tomo del mentón, hasta dejar su cara frente a la mía y
añadió: — Eras una niña hermosa e inteligente.
—Sí, claro—rodé los ojos. Inteligente mi padre, Milán, Lay, los pa, Paul y
hasta la loca Doris. Yo siempre fui la torpe.
—No lo niegues—me acaricio la mejilla—siempre has sido grandiosa.
Fije mi vista en el ámbar de sus ojos. Y de un momento al otro nuestros labios
estaban unidos.
Un beso.
Mi primer beso.
Con Paul.
¡Ay, mamá!
Sus labios eran dulces y expertos. Tenían sabor a chocolate con almendras.¿Me
lave los dientes? Estoy segura que sí, ¿o no? Mis labios seguían los
suyos torpemente, el beso era lento y simple. Su lengua invadió mi boca y me
congele. ¡¿Qué hago?!
Al notar mi reacción Paul se alejó lentamente depositando castos besos en
mis labios.
—Disculpa, eh… no sé qué… lamento si te molesto.
Los nervios me invadieron. Y mis palabras salieron mucho antes de pensarlas
siquiera.
— ¿Lamentas besarme?—baje la vista. De repente la vergüenza me inundo y sentí
mi cara arder.
¡Por Homero Simpson! ¡Debo besar horrible!
—No, Ryden mírame—busco mis ojos—No, no lamento besarte.
— ¿Entonces por qué te lamentas?
—Es que pensé que paraste porque no estabas bien con que te bese. —dijo y sus
mejillas se ruborizaron.
—Paul te ruborizaste—le dije juguetona, tocando su mejilla. Suspire. — Pare
porque eselprimerbesoquedoyenmivida— pronuncie con rapidez.
Él frunció las cejas, y me miro confundido, tratando de descifrar mis palabras.
El conocimiento fue tiñendo sus ojos, hasta que me sonrió de la manera Ryden.
Tomo mi mentón y susurro: —No te preocupes te queda todo el resto del día para
aprender—su aliento choco en mis labios, produciendo un escalofrió en mi
cuerpo.
Sus labios se posaron en los míos.
Mi segundo beso.
Con Paul.
¡Ay, madre santa!
No recuerdo cuanto tiempo estuvimos traspasando fluidos, solo sé que cuando mi
padre llamo a mi celular, ya era la hora de cenar. Invite a los Moss a cenar,
ya que era una especie de despedida para mí. Y ¿cómo no invitar al chico que
estuvo desgastando mis labios?
Cuando llegamos a mi casa Milán terminaba de servir los platos. Mi padre y los
Ferguson estaban cómodamente sentados. Milán nos ubicó de tal forma que Paul se
sentó a mi lado y Layle al frente. No sé cómo ni qué, pero algo alerto a Lay,
que no paraba de preguntarme con la miraba qué me sucedía.
Estuve distante toda la cena, mi mente transmitía una y otra vez el
recuerdo de los cálidos labios de Paul. Su sabor, su textura, cuando su lengua
invadió mi boca con una pasión tal, que terminamos recostados en su cama, mis
manos en sus bíceps y las suyas en mi cadera…
— ¡Ryden! ¡RYDEN! —grito Lay atrayendo mi atención.
—Eh… Si… claro—balbucee. Paul soltó una risita y sujeto mi mano por debajo de
la mesa.
¡¿Esta sujetando mi mano?! No podía haberme besado antes, me voy mañana
¡MAÑANA! ¡Maldición!
—Ry, te preguntaba por qué no has tocado tu cena—dijo apuntando mi plato. Lo
mire y es verdad estaba lleno.
—Estoy algo distraída. —respondí, tratando de serenarme.
—Lo hemos notado—comento Milán feliz— Son espaguetis a la boloñesa acompañados
con filete y ensaladas. Come algo, es tu cena favorita.
—Puede que hayas comido mucho chocolate con almendras—dijo Paul sus ojos
brillaban con diversión. Apreté su mano fuerte mente y reprimió un gemido.
La cena continuo con conversaciones varias, y más comida que Milán había
preparado, mi postre favorito, mi salsa favorita, todo lo comestible que me
gustaba.
— ¿Qué les sucede a ustedes?—pregunto Lay cuando nos hallábamos en mi
habitación.
—Nada. —respondimos en unísono. El nerviosismo se respiraba en el ambiente.
—Yo estoy nerviosa, este fue mi último día, moriré por culpa de esas locas, y
yo que ansiaba no tener que ir a la prisión…
— ¿Qué esperabas? ¿Qué la investigación acabará un día antes de irte a la
academia? La vida no es una fábrica de conceder deseos.
En ese instante casi me arrepentí de haberle regalado ese libro. Casi.
—Lo sé Lay.
— ¡Ups! Se me olvido mi sorpresa, ya vuelvo—dijo Paul dejándome con Layle a
solas.
—Ahora me dirás qué les pasa a ustedes dos.
—No sé de qué hablas.
Salvo que nos besamos.
Muchas veces.
Mis primeros besos.
Con Paul.
Mi mejor amigo de veinte años.
¡Madre santa!
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Cierto o no que ella es magnífica :3
Después les subo el resto nos leemos ;D
Mmmmmmm n entiendo es un libro o lo escribiste tu xq realmente es muy bueno? Deberías escribirlo si es tu yo en la compu y cuando lo termines lo subes km un libro asi a ka q le gusta podría descargarlo? xq n vas a volver loca con solo esperar por mas
ResponderEliminarNo nena, no es mío es de una chica que tenía como usuario Valory en LdC por si estás interesada en buscarla, creo que ella pensaba hacer un pdf :)
EliminarNo nos puedes dejar así!!!!!!!!!! :0 :0
ResponderEliminarLo siento cariño, hace mucho que perdí el fanfic de ella, no tengo como actualizarlo
Eliminar!JOOODERRRR! vals no lo puedes dejar asi enserio toca buscar de quien e, me muero de ganas de terminar de leerlo.... :(
ResponderEliminarjajajajaja yo lo sé, lo sé pero de verdad que no es mi fanfic no puedo simplemente postear los capitulos si la autora no me deja y hace tiempo que perdí el hilo...
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